Te proclamo el recuerdo más bonito de mi vida.
Lo vivido no nos lo quita
nadie y tú siempre serás mi mejor verano.
No cambiaría por nada del
mundo todo lo que vivimos juntas, aunque tengo que confesar que me gustaría no
haber cometido tantos errores.
Siempre he pensado que
eras la persona, pero no el momento. ¿Te imaginas que nos encontramos en otro
momento de nuestra vida? Sin miedos, con todo lo aprendido y con la misma ilusión
que el primer día que nos abrazamos.
Si algo he aprendido
durante todos estos años es que para querer bien hay que aprender a quererse a
uno mismo. Porque se puede querer mucho, pero muy mal lo que conlleva a
destrozarnos mutuamente en pedazos y eso nosotras lo hicimos genial.
Tengo que agradecerte que
quisieras entrar dentro de todos mis miedos y escudos. Y pedirte perdón por
comerte las consecuencias de todos ellos. No saber estar sola y el miedo a
estarlo me llevaron a que cada una caminara por direcciones distintas sin tener
en cuenta que me acordaría de ti y de esta mala decisión el resto de mi vida.
Me quedo con lo bueno, las llamadas de horas y
horas hablando, los reencuentros a escondidas, los textos sorpresas, los vídeos, los te quiero, el primer beso, los abrazos, el apoyo y los enfados
tontos que la distancia agrandaba. Pero sobre todo me quedo con lo aprendido
porque me ha servido para crecer, saber lo que no quiero ser en mi vida y
volver a encontrar la niña cariñosa que era cuando nadie creía que seguía
dentro de mí.
Te escribo esta carta que
nunca te enviaré, porque el tiempo y la distancia parece que lo curan todo.
Siempre había pensado que la distancia solo separaba nuestros cuerpos, pero
nunca podría separar nuestros corazones. La ilusión del primer amor parecía que
podía con todo, excepto con las circunstancias que no decidimos ser.
Las palabras llegan
cuando la situación deja de doler y mil años después he conseguido curar una de
las cicatrices más difíciles de cerrar, he decidido perdonarme por no saber
hacer las cosas mejor y proclamarte el recuerdo más bonito que tendré.
Nunca tuvimos que ser dos
y solo una porque siempre fuimos dos que no se supieron querer.
Gracias, por tanto.
Comentarios
Publicar un comentario