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Mostrando entradas de diciembre, 2017

2018, te espero con ganas de vivir y sonreír.

Quizá el 2017 empezó de la peor manera, en el hospital con un dolor de barriga horrible, pero no cambiaría los 364 días restantes. (Cambiaría aquel día por el dolor de tripa y por no poder comer el arroz con bogavantes que hizo mi tía.) El resto de días tengo que confesar que han pasado cosas maravillosas. Irme de erasmus a Hamburgo dos meses para hacer las prácticas de integración social, conocer allí a niñxs que me han enseñado y aportado cosas increíbles, las historias que habían vivido en la guerra, los abrazos que te daban al verte y la sonrisa que tenían de oreja a oreja cada día, hicieron que les guardará un sitio en mi corazón. Conocer a mi tutora de prácticas y admirar el trabajo que hacía con lxs niñxs. Pequeñxs valientes, cuánto me hicisteis aprender. Los viajes a Berlín, Bremen y Copenhague. Llegar y seguir cerrando una herida que hacía daño. Acabar integración social y sentir que mi vida había hecho un giro de 360º, a mejor. Empezar a trabajar y aun así pasar uno de m

Qué bonito, diciembre.

Un mensaje inesperado, que a su vez sabía que iba a llegar en algún momento. Comprensión, apoyo, ganas de saber de mí. Un abrazo tan fuerte que compensa su ausencia todo este tiempo. Una visita que llevaba esperando mucho tiempo, compartir momentos felices con personas increíbles. Risas, conversaciones y confesiones. A parte de abrazos, que, aunque pasen muchos años siguen juntando partes que están un poco rotas. Darme cuenta de que por muy lejos que esté puedo sentirla tan cerca que como cuando está a mi lado. Bailar toda la noche y buscar ligues para todas. Perder un tren por ver feliz a tú amigo un ratito más. Cuscús, noches de desenfreno y mañanas de antalgin. Despedidas que no cuestan tanto porque se que siempre está ahí. Dudas resueltas que me hacen tachar una cosa más de la lista de los asuntos por resolver. Desordenar mi habitación, pero ordenar mi vida. Mirar de cerca unos ojos que transmiten toda la inocencia del mundo. Reencuentro con personas con las que he compartido mome

Uno de los muchos pasos, ir a la fundación Vicki Bernadet.

La fundación para mí ha sido un giro de 360°, todavía recuerdo el primer día que fui, mis piernas seguían el camino, pero mi cabeza decía bájate del tren. Solo tres personas sabían que ese día iba a dar el primer paso de los muchos que me quedaban por dar.   Me ofrecieron su compañía, pero decidí que tenía que enfrentarme a ello sola. Pero tengo que confesar que necesite aferrarme a algo para tener el valor de llegar hasta allí.  Cuando llegué a la puerta me quedé un rato pensando si entrar o dar la vuelta, pero al final decidí hacerlo. La verdad que cuando empecé tenía tanto miedo a afrontar la situación, que la noche de antes de cada sesión no dormía de lo nerviosa que me ponía. Pero llegó el día en que se lo conté a mi padre y él me llevaba a la fundación cada vez que tenía terapia, ni os imagináis la tranquilidad que me daba eso… Poco a poco fui aprendiendo a ponerle nombre a lo que sentía y sobre todo aprendí a que el silencio ante estas situaciones te acaba gritando fuerte c

25 de noviembre.

25, tanta fuerza tiene el número como la que he puesto en luchar todo este tiempo, no será por falta de ganas de tirar la toalla en algunos momentos… Nadie dijo que fuera fácil pero tampoco imaginé que la sociedad en la que vivimos y los valores que se promueven me lo pusieran tan difícil. Una denuncia en el despacho de una comisaria, entrando y saliendo policías, sin intimidad. Una abogada que me pone en duda, unos malos tramites que retrasan el proceso, una psicóloga la cual en su pasado hizo las cosas mal y en un futuro no quiere mejorarlas, una justicia inexistente cuando se trata de algo relacionado con el patriarcado, la excusa de una enfermedad selectiva, una familia biológica que me apoya, pero se cuestiona porque no lo hice antes y no pregunta nada. Una familia que me acompaña en todo el proceso, pero tienen inculcados muchos pensamientos que van en contradicción conmigo, pero a pesar de todo no me sueltan ni un segundo, un director que me ayudó a quitarme la venda de